14 años compartiendo lo que somos

Date

IGDonline es una semilla que Dios me puso en la mente hace más de 17 años. Desde que tuve mi primer trabajo supe que lo que quería hacer era abrir mi propia empresa y levantar algo desde cero. Un negocio que me permitiera desarrollar mis talentos y servir a los clientes de forma profesional y personal. Que se sintieran como en casa. Tuve un par de intentos iniciales que estuvieron en el mercado el primero por unos 4 meses y segundo por casi dos años. Ambos escuela que me enseñaron conceptos básicos para que en el 2002 empezara a meditar en la nueva empresa. Esa que sería la definitiva.

Llevaba días pensando en que nombre ponerle a la empresa, y un día dormitando en la madrugada me desperté emocionado, lo primero que dije fue IGDonline, fue como una revelación divina. Me levante en medio de la noche e hice nuestro primer logo.
Sabía por mis experiencias anteriores que buscar socios era fundamental, y no solo un socio, necesitaba un compañero, un amigo y un cómplice. Alguien que con confianza me dijera que estaba equivocado y alguien con el ojo para criticar mis diseños y viceversa. Me acerqué a Steven Guzmán a inicios de ese año comentándole mi idea, mostrándole el logo que había desarrollado y compartiendo mi visión para el futuro. Él trabajaba en una excelente empresa como diseñador y la decisión de montarse en esta aventura InterGraphica era todo un cambio de vida.
Después de un mes, la decisión estaba tomada. ¡Vamos para adelante! No había vuelta atrás. Daríamos el todo por el todo, era nuestro momento y no teníamos que perder. Con el tiempo nos daríamos cuenta que con IGD ganaríamos de las mejores cosas de la vida. Iniciamos el 2 de agosto del 2002.

Un camino largo

Toda esta experiencia ha estado marcada por el sacrificio, sin embargo los primeros 2 años tuvieron retos muy importantes, sabíamos que reinvertir en la empresa era la única forma de salir adelante. Necesitábamos equipo, materiales y mejoras en nuestro espacio físico. El salario nunca fue nuestra prioridad aunque lo necesitáramos. Los primeros meses nos pagamos 5 mil colones cada uno. Fue un gesto simbólico. Sin embargo nuestro corazón, alma y sudor estaba entero para este proyecto. Todo lo usábamos en pagar alquiler del local y en formalizar nuestra empresa. Que cuando los clientes entraran en nuestro local se sintieran dentro de una empresa de verdad. Y lo logramos.
Recuerdo que el primer local que alquilábamos a don Rafa Fuscaldo estaba ubicado en Zapote. Siempre estaremos muy agradecidos con don Rafa, él fue un gran benefactor de nuestra empresa porque para apoyarnos nos cobró una suma bastante baja los primeros 3 meses. Este local tenía una pared verde de dos pisos de altura. Todas las noches después del trabajo la pintábamos de rojo. Tuvimos que darle como 7 manos para poder cubrirla. Este verde era terrible siempre se salía entre el rojo y como buenos diseñadores no podíamos tolerar una pared que no se ajustara a nuestra imagen corporativa. ¡Y hasta algo de aventura tuvimos para pintar las partes altas de la oficina!
Trabajábamos de lunes a domingo y de las 8 de la mañana a la media noche. Eran días largos y cansados, pero sabíamos que IGD requería de nuestro tiempo y esfuerzo al máximo. Años después caímos en la cuenta de que ambos ganamos cosas, pero perdíamos en otras, las relaciones personales siempre salían afectadas por este ritmo de vida tan acelerado. Durante los primeros dos años de IGD en realidad trabajamos el equivalente a 4 años. Así que para nuestro siguiente aniversario sería correcto sumarle 2 años más.
A los pocos clientes que teníamos les enseñamos a ser fieles a base de trabajo de muy alta calidad y un servicio al cliente de primera. Steven y yo teníamos que hacerlo todo, desde cotizar, hacer el trabajo, facturar, dejar las facturas, cobrar los cheques, barrer, limpiar, hacer el cafecito, todo.

Diseñador y motorizado

Durante los primeros meses no teníamos fax, así que yo iba en mi moto, motor 80 al correo de San Pedro a mandarlo.
Andar en moto fue toda una experiencia de ventas. Normalmente llegaba a las empresas a reunirme con gerentes y dueños. Cuando llegaba y preguntaba por esas personas las recepcionistas salían con su lista de preguntas en defensa del jefe: ¿Tiene cita? ¿Trae algo para él? ¿Viene por un cheque? ¿Quién lo manda? Sin embargo con algo de persuasión y mucho humanismo, pronto estas recepcionistas se convertían en nuestras mejores aliadas para recibir facturas a destiempo, para hablar de nosotros y para buscar reuniones con otros ejecutivos. Eternamente agradecidos.

Tropezar para crecer

Tuvimos que aprender a puro huevo. Muchas veces nos equivocamos con algún precio, al punto de tener que pagar para trabajar. Esas experiencias fueron caras, pero muy enriquecedoras. El tema de las finanzas fue siempre especialmente agradable. Nunca nos preocupamos por ellas de manera desmedida. Una vez al año nos presentaban un estado financiero que en realidad entendíamos poco. Lo que si entendíamos era que en la cuenta del banco siempre había para pagar las deudas y nuestros salarios. Fueron tiempos de bonanza aunque a nivel personal no ganáramos salarios abultados.
Poco a poco entendimos que partir el pastel era fundamental si queríamos tener algo de vida. El ritmo acelerado de trabajo no podíamos mantenerlo por tanto tiempo. Estábamos agotados. Así que decidimos contratar personal. Hacíamos de todo un poco y a nada le decíamos que no. Así que en la mesa teníamos al mismo tiempo, tarjetas de presentación, varios sitios web, un stand de feria, una valla de carretera y 3 logotipos, esto para poner un ejemplo de la variedad de cosas que hacíamos. Por ahí salían tomas de fotos, jarras promocionales, cds interactivos, vestidos para edecanes y francamente cualquier cosa en la que viéramos la oportunidad de usar nuestros talentos de diseñador. Pasábamos muy entretenidos.

El tercer mosquetero

Como parte del esfuerzo por crecer y brindar más servicios 3 años después de haber arrancado invitamos a Ricardo Arce a formar parte de nuestra sociedad. Lo invitamos literalmente, en nuestro corazón sabíamos que ponernos sobre corporativos no sería la mejor manera de empezar con él. Sabíamos que la única forma de lograr el éxito era compartiendo el nuestro y que Richi se sintiera como parte de la empresa desde el día uno. Que no hubiera motivo económico que entorpeciera nuestra relación personal y que los tres empujáramos para el mismo lado, al mismo nivel, con las mismas motivaciones.
Ese espíritu ha sido el que ha hecho de IGD un lugar hermoso para trabajar. Nunca hemos tenido oficinas de gerencia, nunca hemos dejado de trabajar codo a codo con nuestra gente, como uno más; muchas veces cuando la plata no había llegado para pagarle a todos, les pagamos primero a los colaboradores y luego a nosotros. Siempre hemos tratado de que IGD sea ese lugar familiar al que todos quieran pertenecer.

Nuestro aprendizaje

Hemos descubierto con los años que se hace más dinero sin pensar en el dinero. Que la gente trabaja más a gusto cuando se les ama como personas y no como máquinas de producción. Que todos nos convertimos en un verdadero equipo cuando vemos a los otros desde nuestra propia humanidad y nos damos el chance de ser vulnerables. Nos hemos dado cuenta que hacemos más después de frenar todo y jugar futbol media hora como amigos, que en un ambiente extremadamente empresarial donde no hay espacio para la risa.
En diciembre del 2002 solo pocos meses después de haber abierto se me ocurrió que Steven y yo teníamos que hacer un amigo invisible para la navidad. Solo porque nos daba la gana. El día de la repartición de regalos sabíamos con toda claridad que yo le regalaba a Steven y él a mí. Sin embargo le pedí que nos pusiéramos en un círculo (de él y yo!! jeje) y cada uno tenía que decir algunas características especiales de la persona a la que le tocaba darle. Así que hicimos la pantomima de decir: mi amigo es esto y lo otro y cada uno gritó su nombre después de haber escuchado la descripción del otro y nos abrazamos para darnos el obsequio. Ese día supe con más seguridad que había escogido no a un socio, pero a un hermano.
Al agregar a Richi supimos que existía un riesgo de que no se sintiera parte del grupo, pero rápidamente también nos dimos cuenta de que Dios había mandado a la persona correcta.

Ya van casi 15 años desde que comenzamos y no me puedo sentir más bendecido de haber tenido el corazón dispuesto a escuchar la vos de Dios el día que sentí que él me apoyaría a donde fuera con IGD. Así que haciendo mías las palabras de Shakespeare termino con esto: We few, we happy few, we band of brothers…

Conocer más
noticias

Skip to content